martes, 22 de marzo de 2011

La inestabilidad estable

La sociedad se mueve hoy en un escenario de arenas movedizas con la misma experiencia que lo hace el mejor "surfista" del mundo. Es así, navega un mar bravo con la tranquilidad de quien sabe lo que está por venir.
Nadie puede entender cómo, con una inflación "privada" que ronda el 25 por ciento, la sociedad mantiene expectativas positivas y no ubica a los aumentos de precios entre las principales preocupaciones.
Quizá muchas de las explicaciones se encuentran en lo que podemos llamar "la inestabilidad estable" que no es otra cosa que un conjunto de variables vacilantes en el tiempo que de tanto repetirse se vuelven predecibles y estables.
Eso pasa con los precios, con los salarios, con las tarifas, con los impuestos, que parecen pugnar en una carrera frenética por alcanzarse y superarse sin saber cuál es la llegada, y mucho menos quién será el ganador.
Todos prefieren mirar la carrera, pero ninguno imaginar el final porque de última, ya lo conocen, lo vivieron en otros tiempos o se lo contaron.
Pero lo cierto es que los argentinos venimos de crisis muy profundas como las de 2001 y 2002, o de menor intensidad, como las del 2008 y 2009, con presagios de hecatombe que nunca ocurrieron y que a la vuelta de la historia se convierten en un voto de confianza al actual gobierno.
A esto se suma un contexto político donde las fuerzas alternativas no pueden superar el carácter de oposición y así convertirse en opciones al actual modelo lo que termina por configurar un escenario funcional a los intereses K.
Esto no quiere decir que la sociedad esté conforme con lo que ocurre hoy en la Argentina. De hecho, en la provincia de Córdoba sólo el 14 por ciento califica a la situación económica nacional como buena lo cual ratifica que la sociedad elige en estas circunstancias, "lo menos peor".
Por eso, quien logre generar mayores certezas dentro de esta "inestabilidad estable" quizá saque una ventaja de cara a las elecciones de octubre próximo.