jueves, 25 de febrero de 2010

Los argentinos pisan el freno

Un relevamiento de 7.305 mil casos en diferentes ciudades del país revela que la sociedad se muestra con marcada cautela en lo que hace a sus expectativas de crecimiento económico. Además, mira con desconcierto el horizonte político.


Luis Dall´Aglio
Director consultora delfos


El panorama de 2010, donde se mezclan noticias que plantean condiciones internacionales favorables para la economía argentina con anuncios de incrementos en la canasta de productos básicos, servicios e impuestos, devuelve sentimientos contradictorios en las familias argentinas.

Probablemente, “el viento favorable” que sople tras frontera mejore indicadores de la macroeconomía, pero es muy posible que los hogares no sientan esas brisas tranquilizadoras, y por el contrario, sigan sufriendo el deterioro de su poder adquisitivo.
En este marco, las empresas, los gobiernos, las organizaciones en general, preparan sus herramientas para enfrentar un año difícil de entender. A estos efectos, un punto de partida es analizar cómo se plantan los argentinos frente a este horizonte, cuáles son sus condiciones económicas y fundamentalmente, sus expectativas.
Estas dos dimensiones (situación económica y expectativas) conforman el estado de ánimo, que es la dimensión social que explica mucho de los comportamientos económicos o sus opiniones políticas.
El estado de ánimo de una población condiciona y proyecta la actitud de una sociedad, porque se trata del primer escalón en la estructuración del comportamiento social.
Si tenemos una población con incertidumbre, desconcertada y angustiada, posiblemente el consumo se retraiga y estaremos frente a un sociedad que enfriará la actividad económica. Si, por el contrario, existen certezas, optimismo, tendremos un consumidor dispuesto a progresar, a financiar sus compras, a apostar por su futuro.


Situación personal
En este sentido, el 71 por ciento de los argentinos plantea que su situación económica personal es regular o mala, fundamentalmente porque el dinero no le alcanza para llegar a fin de mes. Este dato se constituye en la médula de lo que explicará durante 2010 gran parte de los comportamientos sociales.
El dato surge de un estudio nacional de 7.305 casos en 22 ciudades del país encargado por Tarjeta Naranja a la consultora Delfos para conocer los hábitos de uso y tenencia de plásticos en la Argentina, acción que ratificó el liderazgo del plástico cordobés en el interior del país y de Visa a nivel nacional.
De cara a los próximos meses se proyectan expectativas moderadas que generarán argentinos mucho más cautos, racionales y ocupados en administrar sus realidades domésticas.
Los compromisos que asuman serán bajo certezas restringidas lo que provocará que reduzcan su actividad comercial fundamentalmente a lo que pueden ser “gastos manejables”.



Expectativa

En tal sentido, sólo el 32 por ciento de los argentinos dijo que cree que su situación económica mejorará durante el 2010 (casi la misma cantidad que planteó que sus cuentas están bien), un 40 por ciento que se mantendrán igual (o sea regular), y un 24 por ciento que empeorarán. A esto se suma casi un 10 por ciento de incertidumbre, cifra que se mantiene en niveles similares a años anteriores.
Así, la sociedad se enfrenta a un escenario económico donde la mayor porción manifiesta la imposibilidad, ya no de crecer, sino de mantenerse. Donde las condiciones actuales no permiten que los argentinos se sientan tranquilos o por lo menos se relajen, y donde mantener lo logrado después de la crisis de 2001/2002 exigirá mucho esfuerzo extra por parte de las familias.
En línea con este horizonte surgió como dato sobresaliente que en 2009 la sociedad volvió a endeudarse, pero ya no para financiar su progreso, sino para paliar deudas y gastos corrientes. En este sentido, vuelven a crecer saldos pendientes con tarjetas, con bancos, con prestamistas y se postergan impuestos.
Ahora bien, si se realiza un análisis por regiones, se observa que la zona donde el pesimismo pega con mayor fuerza es en el NEA, donde el 41 por ciento dijo que cree que la situación económica personal se mantendrá igual o empeorará. Precisamente, quienes viven en esta región, junto con los del NOA, son quienes peor calificaron su situación económica.
No obstante, en Tucumán se registró el indicador más alto de optimismo que solo llega al 40 por ciento.



Agenda

Este planteo tiene como trasfondo un escenario de problemas encabezados por la inseguridad como tema excluyente, que se intensifica en los conglomerados urbanos más importantes del país. Es decir, además de encontrarnos frente a un argentino que modera su economía y ajusta su expectativa, se muestra temeroso frente al incremento de la delincuencia.
El conflicto laboral en la Argentina todavía se mantiene en un estatus muy diferente a lo que fue en la década del ’90. Por aquel entonces, quienes respondían que este era el principal inconveniente en el país, se referían a la ausencia propiamente dicha del puesto laboral.
Los primeros años de esta década permitieron una fuerte recuperación del empleo, pero desde 2006 a esta parte, con la nueva irrupción de la inflación, el valor del trabajo se redujo. El poder adquisitivo se esmeriló por los aumentos y hoy el reclamo –en términos cualitativos- tiene más que ver con el volumen de trabajo. El comerciante vende menos, el salario no alcanza, los costos crecen, y las economías domésticas se complican.
De hecho, la tensión social en la década gobernada principalmente por Carlos Menem se caracterizaba por el pedido de trabajo. Hoy esa conflictividad se plantea en términos de aumento salarial, aspecto que le devolvió a los sindicatos el protagonismo que habían perdido a manos de organizaciones sociales y partidos de izquierda.
La problemática general de los argentinos se completa con cuestiones que tienen que ver con la mala situación económica en general, los problemas de salud de la mano de epidemias como el dengue o la gripe A y la educación.

La realidad política

De todas maneras, las sucesivas crisis económicas dejaron en los argentinos un repertorio de medidas y aprendizajes que le permiten a la sociedad, enfrentar la incertidumbre con experiencia, con información y con alternativas.
Por este motivo, los problemas económicos impactan en el humor social, pero hoy no son el principal motivo del desconcierto social. Es la política, que se expresa en una generalizada conflictividad social y un sistema en el que gobiernan los que perdieron, y los que ganaron, pierden un poco todos los días.
Se da la particularidad que existe en la sociedad un acuerdo generalizado sobre los principales ejes de la realidad social y política; en cambio, los que no están de acuerdo y muestran profundas divisiones son los que conforman la estructura política.
Precisamente, este plano muestra dirigentes nacionales que no superan el 50 por ciento de aprobación y una ruptura profunda entre la dirigencia y la sociedad, que se traduce en términos cualitativos, como desvinculados, el malestar completa un panorama de sentimientos complicados para los argentinos.
El desconcierto que manifiesta la sociedad frente al plano político es lo que genera sensación de inestabilidad que provoca preocupación, impotencia y resignación, aspecto que muchas veces se confunde con acostumbramiento a una realidad adversa.